![]() |
||||||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
![]() Delfina Bocaccio estaba acostada debajo de un Corsa tratando de remover las defensas delanteras, cuando Anabella le tocó las rodillas (lo único que se le veía) y le pidió que saliera, que la necesitaba. Justo en eso, la defensa se aflojó, y Delfina salió triunfante de debajo del auto, para ver a dos chicos de no más de 22 años que la observaban sorprendidos. - Quieren que veamos qué modificaciones le podemos hacer a su auto... Se acercaron, y saludaron a los varones, y ambas se inclinaron sobre el motor. Lo revisaron entero, y tras una charla con los dueños, Anabella dijo: - Entonces podríamos ponerle una junta al motor, con eso sería suficiente para liberar revoluciones, y darle más fuerza, pero deberíamos tocar los ejes, y... - ¿Y ustedes lo hacen? ¿Dos mujeres? -preguntó uno. - No, nosotras sólo los testeamos, ellos hacen el trabajo -Delfina señaló a dos mastodontes de mecánicos que estaban mirando con mala cara a los jóvenes, por importunarles a las niñas locales. Al cabo de un rato, don Lombardi cerró trato con los chicos, y fijó el turno. Delfina se fue a su casa a estudiar casi como a las nueve de la noche. Eran las tres de la mañana cuando seguía con unos trabajos, y el celular sonó: era Ana. “¿Qué querrá a estas horas?” pensó. - Amiguita... -dijo la voz al teléfono. - Soné: eso significa que me vas a pedir algo -contestó bromeando Delfina, pero Anabella comenzó a hablar, y al rato volvió a contestar- ¿segura? ¿No es muy peligroso? - No... bueno... Sí. Pero nos va a ayudar un montonazo. ¿Tenés los neumáticos? Poneselos... te espero a las cuatro en la salida de la S. -¡Para! ¿Una hora para cambiarle las cubiertas, e irme hasta allá? espera... Cortó. Cambió los neumaticos, dejó una nota en la casa que volvía al mediodía, y se fue. Cuando llegó a la S, su amiga la esperaba en el Vectra. Se bajaron, se saludaron. Las dos traían los libros de la facultad en los autos, y ambas tenían cubiertas un poco gastadas en los autos. Luego de hablar un poco, se lanzaron a la carrera: el Chevrolet adelante, el VolksWagen detrás. “-Seguime... yo se que podés copiar mi ritmo, intentalo, después cambiaremos pocisiones- eso me dijo... esperemos que nada malo ocurra, derrapando casi sin dibujos en los neumáticos...” pensó Delfina mientras empezaba a aumentar la velocidad siguiendo a su amiga. Cuando llegaron a la primer curva, intentó derrapar el auto, pero éste se abría indefectiblemente, y no respondía. "Delfinita, tené cuidado que te vas a matar..." pendó para sí misma. Cuando aceleraba, el Golf iba mucho más lento. Sin embargo, comenzó a observar a su amiga: si bien las cubiertas eran demasiado importantes, la pericia del conductor también lo era, y así, estaba aprendiendo a controlar el auto de otra forma. Y corrieron toda la noche. Estacionaron los autos justo a la hora en que entraban a clases. Ninguna durmió ese día. Delfina se la pasó pensando en cómo darle fuerza al auto con los neumáticos dañados... Y se pasó otro día. La madrugada del miércoles también se la pasaron corriendo. Era lo mismo. En el primer tramo, la berlina adelante, en el segundo el deportivo azul. Nuevamente, llegaron a la facultad directamente. Delfina se bajó y miró las ruedas. Estaban bastante lisas. No podía creer que haya derrapado con eso, sin embargo, el auto igual se iba, y resultaba bastante peligroso. Estaba caminando con su amiga hacia la facultad, cuando vio el CC rojo Tijuana, pero no le prestó demasiada atención. Entraron a clases con un cansancio acumulado de ya tres días. - Tengo un mal presentimiento, Ana. - ¿Si? No se cómo hacés para decir eso... espero que esta vez no tengás razón. Nada interesante pasó en la mañana, salvo que sus amigas Nadie y Roxana notaron las ojeras cubiertas con corrector de ambas, y el cansancio acumulado, y les hicieron prometer que dormirían un rato. En eso, el V3 de Anabella comenzó a sonar. Era su padre: les decía que fueran antes al taller, porque debían armar otro auto de TC para esa noche. Se despidieron ráudamente, y salieron. Cuando iban caminando por la vereda del estacionamiento, Delfina vislumbró su Golf a lo lejos. Pero algo tenía. A medida que se acercaban, se veía que estaba un poquito inclinado hacia la izquierda. - Ana, las ruedas... -y salió corriendo. - ¿Qué pasó? -preguntó la rubia. - Mirá... Anabella giró la cabeza, y vio la rueda izquierda trasera desinflándose. Pero en la parte de arriba, había una madera con una punta de metal tipo flecha clavada en la cubierta, y un papel atado en la punta. El cuidador no estaba. El sol de mediodía rajaba la tierra en dos, cuando la dueña del VW se agachó a mirar. - ¡¡¡¡Maldito hijo de...!!! Anabella la contuvo y la calmó como pudo. Ambas estaban demasiado cansadas y estresadas por no dormir. Una lágrima cayó por la mejilla de Delfina, pero se la secó, y le dijo a su amiga: - Andá al Drifting. Me voy a demorar veinteminutos más o menos, porque no puedo dejarla así... si la cambio y no le saco eso, se va a tajear entera... no es que sirva mucho esta cubierta... - Pero dejam... -Del la interrumpió. - Andá. Tu papá se va a preocupar y hay que terminar el trabajo. Se fue a abrir el baúl mientras su amiga le daba recomendaciones de que se quedara calmada y se iba.Delfina dejó los libros adentro, sacó el gato, las llaves, y se puso a aflojar la cubierta, después de colocarle el freno de mano y un cambio al Golf. - ¿Quién fue el que hizo eso? -dijo una voz varonil. Delfina se dio vuelta y vio a Víctor Camperetti observar el “clavo” de la cubierta. - No lo sé. Pero en cuanto lo encuentre lo mato -contestó. - ¿No lo leíste? -preguntó Víctor mientras le ayudaba a colocar el gato. - No... Hey -lo miró- no te preocupés, yo puedo sola... - Si, ya lo sé... pero igual te voy a ayudar... Se pusieron manos a la obra. Sin hablar casi, removieron la cubierta, colocaron la otra, y le sacaron el objeto a la dañada. Víctor disimuló un poco al notar el tremendo mal estado de los neumáticos. Miró la flecha. Sonrió. - Ya se quien lo hizo... -Delfina le clavó la mirada en los ojos- Es un tipo que vive en el sur, y se dedica a perseguir a los corredores callejeros del país. Él suele dejar notas así en las ruedas de los autos de sus oponentes... Parecería que le gusta hacerse odiar desde antes... - ¿Y como sabés eso? - Le pasó a mi hermano en julio del año pasado, cuando todavía estábamos en Rosario. Dejó el auto para ir a comprar una pieza al taller, y cuando salió, le habían clavado algo idéntico a esto en la rueda trasera izquierda... -le dio el objeto- Se llama Martín, no recuerdo su apellido... - Gracias por la información... -dijo ella sin poder disimular el sueño que la estaba matando- ¿sabés que auto tiene? - Sí -respondió Víctor con gesto sombrío- un Subaru... Me parece que se me fue la mano y escribí un tocazo... pero bueno... algo es algo... jejej... Espero que les guste, pronto tendremos otro capítulo...
<@[email protected]> Comentarios:
Autor: Niisan-Otaku
S?bado, 16 de diciembre de 2006 | 19:08
Autor: ThunderGirl_vw
S?bado, 16 de diciembre de 2006 | 21:55
Autor: Kamus_99
Domingo, 17 de diciembre de 2006 | 8:08
Autor: Aldair_88
Domingo, 17 de diciembre de 2006 | 8:52
Autor: ThunderGirl_vw
Domingo, 17 de diciembre de 2006 | 21:59
HTML permitido: <strong>, <s>, <em>, <u>, <a>, <img>
|
||||||
![]() |
design & stories copyright by truenoazul_vw
+2011+